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Pero nuevos modelos se instituyen desde la
política en los ´60 al instalar otros roles sociales
para este segmento etario hasta entonces poco considerado en su
propia especificidad: el joven militante, el joven que trabaja en
los barrios, el joven que alfabetiza, el joven que publica sus
ideas por la prensa y es capaz
de defenderlas hasta con la vida, el joven promotor de los
centros de estudiantes…el joven revolucionario o
independentista.

La temprana juventud remite a diferentes significados en
diferentes sociedades y
épocas, ya que forma parte de universos simbólicos
y prácticas culturales –de familia y
socialización- que pueden convivir y diferir,
diacrónicamente, con perspectivas radicalmente distintas
en la vida cotidiana, lo ideológico y lo institucional y
aún en una misma época. Por ello, una premisa
asumida en lo sucesivo en este trabajo es que

"el simbolismo no puede ser ni neutro, ni totalmente
adecuado, primero porque no puede tomar sus signos donde quiera,
ni los signos que quiera…la sociedad constituye cada vez su
propio orden simbólico, en un sentido muy distinto de la
manera en que lo puede hacer el individuo. Pero esta constitución no es "libre". Su materia la
habrá de sacar también de lo "que ya está
ahí".

Esto quiere decir que a pesar de toda la creatividad
que el final de los sesenta se pone en juego para
soñar e impulsar nuevas prácticas sociales y
políticas que permitan sustentar el crecimiento hacia la
madurez en condiciones de vida que se basan en la
participación activa de la búsqueda de la justicia
social, nuevas modalidades laborales y la constitución de un Estado al servicio de
proyectos globales progresistas, ninguna de las premisas
esbozadas tienen lugar en el vacío.

Los jóvenes se transforman a partir de lo dado:
el desarrollo industrial y técnico, las prácticas
comunicacionales nuevas emitidas desde la radio y
la
televisión, los modelos transculturales juveniles que
vienen de Europa y Estados
Unidos, etc.

Los contenidos enseñados en las escuelas y fuera
de ellas (léase, revistas de centros de estudiantes,
discursos en los barrios, discusiones en campamentos, canciones
de protesta, fogones parroquiales en ámbitos rurales), que
aluden crecientemente a la revolución socialista nacional
en Argentina, abrevan de otros tantos acontecimientos
contemporáneos que, como se citó más arriba,
muestran otras cristalizaciones contestatarias de una punta a
otra del orbe, y bajo la forma de hechos, producciones literarias
y teóricas nuevas que sitúan a los hombres –y
son los jóvenes los que más asumen la
invitación- en un nuevo rol histórico.

Al iniciar los setenta, son muchos los adolescentes y
jóvenes que no tienen reparos en ir hacia la muerte por
los ideales, y se ponen al servicio de proyectos utópicos
bajo cuyo amparo, se
intentó democratizar las relaciones en todos los sectores
de la sociedad en los que fue posible, y como nunca antes se
había proyectado. En cuanto al sistema de
enseñanza, esos cambios contribuyeron a dar fin a la
legitimidad de la liturgia normalista, otorgando a los espacios
formales de educación el tono de agentes de
transformación de las relaciones sociales a partir del
conocimiento,
el intercambio y el trabajo
grupal por dentro y por fuera de la escuela.

Y esto sucede tras el impulso del mismo del proyecto de
modernización de corte autoritario que modificó la
configuración familiar tradicional en los ´60, al
concretar fuertes transformaciones en la dinámica interna de la hasta entonces
entendida ,aún entre ámbitos laicos, coma la célula
básica de la sociedad: la familia. En efecto, la familia
ya no puede garantizar con certidumbre la reproducción de las relaciones sociales,
entendidas básicamente como la subordinación de
la mujer por
el hombre y la
otra subordinación representada por el vínculo
generacional, que garantizaba la continuidad familiar mediante la
dependencia de los hijos a los padres.

Estudiar y trabajar ya no agotan el universo de
objetivos que los padres pueden pretender para sus hijos. Y los
jóvenes, desde las grietas de una dominación
familiar que toma rumbos más laxos sometida por la crisis,
crean y se suman a prácticas nuevas que pronto se
ritualizan generacionalmente: la píldora anticonceptiva
acelera la resignificación y las vivencias asociadas a la
sexualidad,
viejos prejuicios caen uno a uno en el amor libre;
el arte, tomando de
estas libertades muchas de sus inspiraciones es también el
nuevo espacio al servicio de una imaginación
deificada.

Las rupturas son tantas y de tal profundidad, que las
conmociones afectan las prácticas de la salud mental
(psicologizando las relaciones familiares e impulsando, muy
particularmente en Buenos Aires, la psicologización de la
edad juvenil).

Las incertidumbre y la búsqueda de nuevos modelos
invade a los cientistas sociales y a los pedagogos más
renovadores:

"La separación es definitiva, abismal y la
familia ha perdido su gran oportunidad para forjar un hombre libre;
transformado el adolescente en engranaje de una organización que, paulatinamente,
destruirá en él toda conciencia
libre."

La libertad de
imaginar rumbos distintos es temida, por que sus resultados son
impredictibles. Temen los adultos, formados con patrones de
maduración ritualizados en hitos de iniciación muy
diferentes a los que comienzan a manifestarse en las calles, en
los sótanos y boliches donde se contruyeron nuevas
subculturas. Y temen los gobiernos por que los partidos
"apropiados" no logran superar cooptar jóvenes como lo
hacesn estas formaciones contestatarias, peronistas o no. Las
ansiedades de las presiones redistribucionistas que el modelo de
Estado autoritario no pudo enfrentar tienen, pues, su correlato
en la represión de los cambios gestuales y afectivos de la
juventud, que parecen manifestar:

"La desvalorización del peso y del atraso en los
sueldos…están en relación directa con las razzias
de parejas en plazas, hoteles, bares y
calles de Buenos Aires…el proclamado laicismo de la clase media
no hace sino cumplir inconcientemente con los más
retrógrados prejuicios de la moral
judeocristiana en su lucha contra la sexualidad y
toda expresión de la alegría de vivir."

De manera que, mientras la represión
política intenta poner freno a los deslices de
prácticas huelguistas y sindicales que ya no respetan el
marco de aceptabilidad en la democracia restrictiva y luego del
autoritarismo de finales del 60, los adolescentes son reprimidos
en sus nuevas afectividades que cumplen en darse empujando los
límites
en los rincones más o menos recónditos de la
ciudad: besos, caricias, abrazos que emanan de una
concepción de sexualidad que ya no se restringe al
matrimonio.

Los cambios no dan respiro.

Paralelo al explosivo crecimiento de la televisión, la radio a transistores y
los medios
gráficos, tiene lugar la
incorporación de voces y estéticas juveniles en las
productoras y empresas que los controlan.

Hace su aparición el "ídolo musical" de
masas. De hecho, la politización de los jóvenes es
concomitante con el surgimiento del rock nacional,
que abandona sus catacumbas y sótanos fundacionales para
constituirse en el lugar desde el cual pudieron expresarse, con
mayor libertad, las
sensibilidades contestatarias o simplemente las pasatistas
reprimidas.

Es el marco en el que Sui Géneris y Almendra
llenan salas y revistas con letras y ritmos que musicalizan los
nuevos territorios juveniles.

Nuevos lenguajes, generacionales, permiten ironizar
sobre los espacios institucionales que padres y sociedad
pretenden que no se discontinuen: la cultura letrada, la escuela,
el libro, el
servicio militar…la musicalidad trasunta todas las
prácticas, acompañando las mañanas
alfabetizadoras en la villa, el reducto en el que se traman
estrategias
revolucionarias, o los recuerdos del recreo del lunes sobre el
"asalto" del sábado.

Lo juvenil ya no es meramente transicional, sobre todo
para los medios, que se entrecruzan en este proceso de
autorreferenciación para recibir enormes sumas en concepto de
publicidad de las
compañías discográficas, de vestimenta,
gaseosas, productoras de artículos de belleza,
laboratorios, vestimenta deportiva, instituciones que encontraron
a estos canales de comunicación el vínculo ideal con un
sector remiso. Desde el living comedor pueden promover productos
culturales y de cualquier tipo, entre el creciente silencio de
los padres, por estar demasiado ocupados o por estar desocupados.
El mundo del dinero,
así, contribuye a consolidar las transformaciones
juveniles. Es un tiempo, en que también,

"Los pares, los amigos, sirven para socializarse ya no
por vínculos basados en los comportamientos afectivos y de
iniciación sexual sino también…en la
construcción de las identidades políticas,
religiosas o éticas".

El "joven" adquiere una nueva especificidad como sujeto
de los medios de
comunicación, los análisis sociales y las ofertas del
mercado. El
muchacho, el pibe, el chabón, el jetón, el cheto,
el descamisado, es socialmente responsable ante nuevas instancias
y como tal puede ser sumamente valioso o peligroso. Las opciones,
en conflicto, no pueden ser canalizadas por los gobiernos del 60,
y muchos menos por la escuela, el instrumento preferido para el
disciplinamiento.

Por eso comienza a perder su rol hegemónico
formador, dejándolo en manos de otros sectores y
movimientos sociales, la
televisión, los grupos de pertenencia o simplemente,
la calle.

Aprendiendo a desaprender

En lo específicamente educativo, pues, esta
juventud desdeña fuertemente de las posibilidades de la
escuela para aportarles vivencias significativas (más
allá de las que se dan en el compañerismo y las
amistadas forjadas en las aulas), fenómeno que se articula
con los discursos pedagógicos desescolarizantes, que,
desde diversos sectores políticos de izquierda, promueven
aprendizajes por fuera de la red pública y privada
oficial.

Excluidos, proscriptos, cuestionadores
–peronistas, comunistas, tercermundistas-, crean, discuten,
promueven espacios con los que un número creciente de
jóvenes comienzan a identificarse: la educación en
villas, la alfabetización en barrios, la de
educación de adultos, entre otros.

A los heroísmos de las aulas, de los tan mentados
próceres de la Patria, que son reapropiados desde otra
perspectiva, se superponen, en el imaginario de los
jóvenes, los héroes más cercanos a los que
se conoce no por lo que enseñan los profesores, si no por
lo que se cuenta en las unidades básicas, en el diario
Crónica, en el fogó y en los graffities de las
calles: los nombres de quienes lideran movimientos culturales,
sociales y políticos contestatarios que se arrojan sin
miramientos a transformar las estructuras
existentes.

De la estudiantina a la Revolución: los
testimonios de militantes en evolución

Algunas experiencias –anónimas-,
extractadas del trabajo "La democracia proscriptiva. Los sentidos que
educan a la juventud de los ´70", permiten evidenciar el
imaginario juvenil instituido en los 60. Se trata de adultos que
entonces estudiaban en la educación media o la
universidad:

C.L.: "En mi casa `la política´ estaba
permanentemente presente. Mi familia, padres, tíos,
abuelos, se dividían entre peronistas y antiperonistas,
hasta el punto de que esta división había producido
que muchos de ellos no se hablaran"

L.P.: "…si ibas a un acto de apoyo a Cuba no te
preguntabas quienes lo organizaban, tenías que
ir…siempre se convocaban actos por mayor presupuesto o por
adhesión a un paro…lo más importante no era quien
lo convocaba".

Las convocatorias quedaban mayoritariamente en manos del
Partido Comunista, los Tacuara, y diversos grupos
antiimperialistas de extracción nacionalista y/o
católica. La pasión por lo político empuja
hacia adelante a los jóvenes, hacia el terreno de las
utopías, acercando a sus manos las herramientas
de su realización: la participación y el
compromiso. A mediados del ´60:

L.P.: "Era algo tan natural, salir a la
calle…sentía mucha alegría, mucho
desafío…lo que te llevaba era un sentimiento de
pertenencia…no era tan trabajado o racionalizado…era tu
propia pertenencia a tu movimiento estudantil".

Pronto son muchos los adolescentes y jóvenes que
inscriben sus anhelos sólo en los resultados de la
participación política activa, más que en
los anhelos familiares respecto a las carreras profesionales
socialmente válidas que solían desear para el
progreso de sus hijos. Y esa participación se asume
más allá, también, de los partidos
políticos tradicionales, de manera tal que los mismos
jóvenes instituyen espacios propios en colegios y
universidades:

L.P.: "Te diría que durante la militancia
estudiantil era incluso necesario demostrar la
desvinculación con los partidos
políticos…la militancia era dentro de lo que se
entendía como movimiento estudiantil con escasa injerencia
de estructuras
formales partidarias…no hacías la política del
partido dentro de la escuela o la universidad…casi te
vanagloriabas de no pertenecer a un partido
político…participabas como estudiante".

Otro de los testimonios anónimos tomados por
Amuchástegui permite seguir los derroteros subsiguientes
que esa participación podía delinear en esta
particular década, en una dinámica de crecimiento
individual signada por el eclecticismo ideológico y el
cambio de adscripciones grupales:

C.L.: "Cuando me voy del la Fede [Federación
Juvenil Comunista], en segundo año del secundario…casi
sin darme cuenta, no hubo grandes discusiones ni diferencias
ideológicas ni rupturas, simplemente me voy porque mis
amigos estaban en otro lado…paso por algunos grupos cristianos,
algunos medio derechosos…estuve un tiempo en la
organización juvenil argentina que se reunía en
una iglesia del
aquí del centro…durante dos años trabajamos en
Retiro, con el cura Mujica, entre el ´60 y el ´62
casi terminando el secundario…y allí me ligo con un
grupo de gente del movimiento familiar cristiano en una tremenda
mansión de San Isidro…pero hablábamos de
explotación, de los pobres, de los villeros…luego
empieza a atraerme la izquierda nacional en los 70…"

En el marco de la resistencia peronista y la
radicalización de la política, el sentido de las
prácticas democráticas se desdibuja para los
jóvenes, bajo el opresivo clima de la
Revolución Argentina. Los objetivos juveniles de
transformación se llevan por delante a los de las
instituciones tradicionales que parece no responder a sus
demandas.

Democracia, o Libertad, se vuelven términos de
una retórica de hipócritas gracias a los militares
que desde el poder pretenden fijar las condiciones básicas
en que debían desenvolverse la recuperación
democrática, sin el peronismo, la fuerza
política y social dominante.

Por otra parte, las prácticas de represión
comienzan a sistematizarse frente a estas manifestaciones de
creciente violencia en
el plano popular y estudiantil, dejando de constituir la misión de
las policías locales que una y otra vez debían
asumir el reordenamiento de los hechos en cada conato de
violencia, para pasar a ser una misión de organismos de
mayor alcance. El testimonio siguiente muestra como poco a poco
los planes e ideas que los oficiales de las fuerzas armadas
habían aprendido de su formación bajo la doctrina
de la seguridad
nacional, se vuelve una práctica organizacional,
sistemática y de mayor espectro, y se hace notar en la
calle:

C.L.: "…lo único que podía pasar es que
llegara la cana y tuvieras que pasar la noche en una
comisaría….era el riesgo…te
maltrataban con palabras tipo: perejil, idiota útil…o
algunos golpes…yo siempre que estas prácticas eran
políticas…pero con el Cordobazo o la muerte de
estudiantes en Rosario y Cördoba (1966), se vio que la cosa
cambiaba…ahora te interrogaba la SIDE"

La escuela se ve afectada por estos desórdenes, y
vive un desgaste institucional ahondado por cada recambio
gubernamental desde el `55 al 76`. La Revolución
Libertadora había introducido "Educación
Democrática" como materia
obligatoria y fundamentalmente desperonizante. La
Revolución Argentina modifican el valor de sus
enunciados, favoreciendo la rebeldía para
aceptarlos.

En estos aprendizajes de rebelión, las inertes
prácticas del normalismo (el docente con rol solemne, un
proceso de enseñanza aprendizaje encilopedista y
memorístico, la ascepcia política) impiden a la
escuela participar de los cambios, adecuando sus
pedagogías. La juventud, entonces, se reconoce y forma
más en enunciados marxistas nacionalistas, nacionalista
revisionistas, socialistas, cristianos tercermundistas,
guevaristas, maoístas, que en los manuales que
pretender dar la instrucción cívica.

En los albores de la década del ´70,
así, la posibilidad de ser protagonista del cambio de las
estructuras básicas de la sociedad obtiene el mayor
consenso y entusiasmo jamás asumido por una
generación joven de la historia del país, y
ello vuelve al compromiso revolucionario una meta de
carácter ético individual y colectivo.

Pronto esta mística revolucionaria tiene sus
manifestaciones estéticas, entre los adolescentes y
jóvenes. Frente al castrense pelo corto y uniforme de la
Revolución Argentina, con el regreso del peronismo al
poder se impone el pelo largo y cierto desaliño y audacia
en las chicas que, con aquella, había sido más bien
incipiente hacia los finales del régimen.

La imagen personal
permite concretar, en el terreno de los gestos y la vestimenta,
el desafío al sistema como parte de las nuevas identidades
que se reúnen y comunican bajo el riesgo
común de los bastonazos o la reprimenda
familiar.

Y los que se volcaron decididamente por la
manifestación armada de su rebeldía, cruzaron una
línea que los mitificaba, al ponerlos de lleno en el plano
del enfrentamiento total contra el sistema. Incendios,
picos de violencia en las huelgas, secuestros extorsivos y
asesinatos (práctica en la cual se destaca la del general
Pedro Aramburu por los Montoneros), llevan al gobierno a
instaurar un estado de confrontación desde el Estado, para
el que se venían preparando tras la finalización de
la Segunda Guerra
Mundial.

En efecto, el 29 de diciembre de 1971 el general Lanusse
declara por cadena nacional: "…el país está en
guerra. Esta expresión no es una figura retórica,
es la constatación de un hecho que debe ser perfectamente
asimilado por todo el personal superior y subalterno de las
fuerzas armadas.". En los hechos, esto significa desempolvar toda
moderación y preparar a las FFAA para la puesta en
práctica de una contrainsurgencia
sistemática.

Los rituales escolares

Estos cambios en el ser, vestir y parecer de los
jóvenes dado en el periplo 55-73, elimina de hecho una de
las eficacias del normalismo en la construcción de los
consensos ideológicos buscados por el Estado desde el
siglo anterior. Dan fin, en este sentido, al empleo de las
formas y signos regularizados/custodiados por los docentes en las
aulas, la Dirección y los inspectores: el delantal
blanco, el pelo corto y las uñas limpias en la
chicas.

Es que en el terreno de los gestos, la
exteriorización de las conductas demandadas por docentes y
directivos presuponía asumir los silencios ordenados y
esperados, pararse erguido, formar fila, tomar
distancia.

Pero la creciente separación de los valores
transmitidos respecto a las vivencias participativas y
extraescolares de los jóvenes, va vaciando de sentido esas
ritualidades festejadas por los amigos del orden gestual, ya
durante los ´60 y principios de los `70, dando lugar a la
actuación, a la burla en algunos y a la
resignificación de los símbolos ritualizados por
otros:

C.L.: " Siempre fue emocionante cantar el himno; el
himno era nuestro, la nación éramos
nosotros…cantar el himno era cantar un acto de
guerra…cantábamos las últimas estrofas saltando y
con la ve de la victoria…sí, los milicos también
cantaban, pero eso era otra cosa, lo mismo que cuando mencionaban
a Belgrano o San Martín: era como si se apropiaran de algo
que no les pertenecía…"

La escuela es literalmente atravesada por lo que sucede
por fuera de ella, por que son cada vez menos los jóvenes
que cifran su crecimiento en virtud no sólo de un proyecto
individual, ya que comienzan a hacerlo masivamente por un sentido
de identidad que
conforman participando en las manifestaciones colectivas
estudiantiles: en ellos maduran sus sentimientos de pertenencia
grupal, la importancia otorgada al reconocimiento de los otros,
la creencia en la realización de las ideas, el
desafío y la confrontación.

Es el ritual de manifestar, que tiene lugar en las
calles, en los barrios, en las escuelas. Y como afirma
Castoriadis, no ocurre en el vacío. La proscripción
política del peronismo se aplicó a la
reelaboración de sus mitos
fundacionales. Gradualmente comienza a redefinirse como el eje
central de la oposición al autoritarismo y de a defensa de
los derechos sociales
de los excluidos.

El curso de estos cambios suelen romper la regularidad
de las clases: las asambleas de los centros de estudiantes,
muchas veces espontáneas, desarman el planeamiento de
los docentes y los empujan a una participación no
premeditada. También, estas rupturas del tiempo
pedagógico estipulado por el currículum y los
programas es
suscitado por los mismos docentes.

Desde su exilio, y con fines tácticos, Juan
Domingo Perón enuncia varios discursos tendientes a
orientar todo este potencial revolucionario y político
como fuerzas a su favor, lo que no hace más que
fortalecerle y otorgarle un objetivo de corto plazo –su
regreso- que facilita su organización, la jerarquización de
funciones y
el aprendizaje
de prácticas tendiente a volver realidad no sólo la
vuelta del caudillo sino la consecución de sus objetivos
últimos, revolucionarios.

Del `70 al `73 tiene lugar la transformación de
antiguas las "formaciones especiales" de la resistencia
peronistas, y de los nuevos grupos de izquierda en organizaciones
revolucionarias, que o bien plantearon métodos
revolucionarios para afectar políticamente al gobierno y
facilitar el regreso de Perón (Montoneros) o bien acuden a
la guerra de guerrillas como metodología previa a la toma del poder,
asumiendo las formas preestablecidas –"científicas"-
dadas por diversos corpus teóricos de corte marxista y de
los socialismos reales conocidos (ERP-
Ejército Revolucionario del Pueblo).

La opción masivamente adoptada por los
jóvenes fue la de articularse al primer
movimiento:

"Dos rasgos del populismo
contribuyeron a esta evolución: primero su falta total de una
ideología precisa, lo amorfo del populismo, su ausencia de
fronteras doctrinarias nítidas, que siempre lo dejan
proclive a transvaloraciones subjetivamente socialistas; en
segundo lugar, su falta de respeto por las
instituciones parlamentarias de una democracia
capitalista".

La extensión social del peronismo lo
convirtió en el objetivo y eje articulador de muchos de
estos movimientos revolucionarios, los que pretendieron
capitalizar su creciente inserción social, gremial y
cultural como base de su propia extensión. Hacia fines de
1970 se vinculan las distintas organizaciones armadas peronistas
(FAP, FAR, Descamisados, Montoneros) para establecer las
Organizaciones Armadas Peronistas, conformadas por dirigentes que
promedian los 25 años y que en pocas ocasiones superan los
35.

El proceso afecta a la familia, el lugar de los
intercambios maritales, el tipo de educación dada a los
hijos de estos jóvenes comprometidos. Las organizaciones
de militancia, por su sola misión, modifican el tipo de
integración de sus componentes en cuanto a
sus familias, que son resignificadas. Así lo recuerda
Dinora Gebennini, militante montonera en los ´70, y actual
delegada en el sindicato de
empleados públicos de Córdoba:

" [las relaciones dentro de la pareja de combatientes]
yo las recuerdo como parejas, eh…volcadas al afuera, volcadas
al mundo. Las recuerdo como parejas con alegría…Recuerdo
que esa fue una característica, este…importante de
aquella época; de qué manera la familia se
integraba a la militancia así como las reuniones de
unidades básicas estaban llenas de chicos; cómo
muchos hijos, desde bebés, estaban acostumbrados a
participar de las actividades, a ir a las movilizaciones, a
acompañar a los padres, a veces cansados, ¿no?…se
vivieron cambios en la familias. Y eso tiene que ver con ideas,
con comportamientos que no abarcaban sólo nuestro
país sino que eran en general una característica de
la época…en un proceso muy fuerte de ruptura, a pesar de
que estábamos preparados para la vida normal, para el
estudio, el
trabajo…por su puesto que conservábamos las ganas de
amar y de tener hijos…pero debimos dejarlas para los
intersticios, cuando era posible…por ejemplo, durante muchos
años no salimos juntos con mi marido…por las cuestiones
de seguridad, ¿no?. Es decir, dos personas juntas eran
más detectables que una persona
sola."

Del aliento del líder a
la retirada de los imberbes

Por la revolución, son muchos los que modifican y
crean nuevas experiencias, posponiendo la felicidad individual
(descalificada por burguesa) a la construcción de un orden
social nuevo que permita la felicidad de todos. Nadie imaginaba
que ningún objetivo (política o educativo)
podía ser superior a este. El entusiasmo gana en apoyo
aún en sectores de la juventud no volcados decididamente
por la lucha revolucionaria.

1972 será un año muy especial respecto a
estos cambios. Perón mismo alienta los espacios de
militancia revolucionaria que los jóvenes han creado. En
el "Día del Montonero Heroico" –7 de setiembre-, el
carismático líder envía "Un mensaje a la
Juventud"

"Tenemos una juventud maravillosa, que todos los
días está dando muestras inequívocas de su
capacidad y grandeza…tengo una fe absoluta en nuestro muchachos
que han aprendido a morir por sus ideales…la maravillosa
juventud que tenemos, tarde o temprano tomará nuestras
banderas y, así lo esperamos, las llevarán a la
victoria".

Los enfrentamientos se repiten y el clima de
violencia se instala en la cotidaneidad aún de los
ciudadanos más distanciados –por ignorancia,
indiferencia o propia decisión- del proceso
político general.

Las paredes de los edificios públicos, esos que
jalonan el transitar de las personas hacia sus hogares, puestos
de trabajo o colegios, se constituyen en los epigrafes de las
imágenes que los diarios cuentan en
magnificar. Las consignas repetidas son: "Ni golpe ni
elección, revolución". O "Ni votos, ni botas,
fusiles y pelotas". Perón agregaba desde sus cartas: "Unidad,
solidaridad y
organización"; "La única verdad es la realidad";
"Trasvasamiento generacional", "Socialismo
nacional"; "La juventud maravillosa".

En cuanto a este trabajo, las últimas tres
consignas resultan muy pertinentes pues el anciano líder
pondera el valor político de la juventud que se ha
radicalizado legitimándola y asegurándoles un lugar
de privilegio en su futuro gobierno, como un aviso a la antigua
estructura verticalizada emanada de la resistencia
política y sindical, que estaba dispuesta a cobrar muy
caro la pérdida de espacio político en el seno del
Partido Justicialista, pronto el exitoso Frejuli, a manos de los
jóvenes.

En el juego dialéctico con la Revolución
Argentina, y mientras se cristaliza el denominado operativo
retorno, el juego de consignas aumenta la virulencia de la
apuesta juvenil:

  • "Socialismo
    nacional, como quiera el general";
  • "Juventud presente, Perón, Perón o
    muerte"
  • "A la lata, al latero, las casas peronistas son
    fortines montoneros"
  • "Qué lindo, qué lindo, qué lindo
    que va a ser

Lanusse bajo tierra,
Perón en el poder".

En el camino, el costo de la vida
aumenta un 67% durante 1972, y la crisis económica
multiplica las polarizaciones de la sociedad: los que quieren el
cambio radical, lo que quieren más orden y seguridad. Los
músicos y el mercado editorial
se hacen eco del clima que se vive. En efecto, tiene lugar el
surgimiento de mitos
clásicos del rock nacional
como "Apremios ilegales", "La marcha de la bronca" y la "Leyenda
del retorno", de Pedro y Pablo. "El extraño de pelo
largo", "Camilo y Ernesto", Roque Narvaja (militante de la
Juventud de trabajadores peronistas-Músicos). "Para el
pueblo lo que es del pueblo", "Que se vayan ellos", de Piero. La
multiplicación de los aparatos de radiofonía,
amplifican sus efectos. Y la creciente importación de aparatos
discográficos (los Winco, por ejemplo) los llevan a
ámbitos de todo tipo.

En cuanto a las ediciones bibliográficas de la
época, los títulos de carácter
revolucionario se multiplican a la par , o mejor, para hacer
frente a un público ávido y receptor de material
teórico en cuanto a las prácticas que se han
determinado emprender o al menos apoyar:

La insurrección armada, Sobre la
contradicción, El libro rojo de
Mao (MAO); La guerra popular prolongada (GIAP); Los condenados de
la tierra
(Fannon), El Estado y la revolución, ¿Qué
hacer? (Lenin), El Capital
(Marx), El
diario del Che en Bolivia
(Guevara); Fidel Castro, discursos; La formación de la
conciencia
nacional y Peronismo y Sindicalismo
(Hernández Arregui), Historia crítica de los
partidos políticos (Rodolfo Puiggrós); Felipe
Varela y la emancipación americana (Ortega Peña y
Duhalde), Historia
Argentina (Ernesto Palacio), Historia de la
Confederación Argentina (Saldías), Historia
Argentina(José María Rosa), etc.

Los consensos impulsados desde el estado
tecnocrático desarrollista y luego el autoritario entre
docentes y pedagogos funcionarios, se rompieron en el plano de
los métodos
empleados en las aulas respecto a los jóvenes.

La escuela nada podía hacer para evitar la
creciente radicalización. Por otra parte, las nuevas
pedagogías la alentarán, u omitir el tipo de
planteos ideológicos instalados en las calles.

Cuando se inician las campañas del candidato
justicialista, Cámpora, las consignas
serán

  • "Liberación o dependencia";
  • "La sangre
    derramada no será negociada"
  • "Cámpora al gobierno, Perón al
    poder"
  • "Perón, Evita, la Patria
    Socialista";
  • "Con el fusil en la mano y Evita en el corazón,
    Montoneros patria o muerte, dan la vida por
    Perón"
  • "Tenemos un general que es una maravilla, lucha
    contra el capital y
    apoya a la guerrilla".

La juventud se compromete, a pesar del empleo
más o menos maquiavélico que de ella hace el mundo
de los más adultos y de los otros jóvenes que
manejan las estructuras desde posiciones de poder en las
organizaciones que los cobijan y les dan destino. El alto grado
de compromiso y el nivel de conciencia alcanzada puede notarse
por las divisiones y especializaciones que tienen sus
organizaciones: en un afiche de Cámpora con la camisa por
fuera del pantalón, firman la Juventud Peronista (cientos
de regionales del interior y Capital), Juventud Trabajadora
Peronista, Juventud Universitaria Peronista, Unión de
Estudiantes Secundarios, Agrupación de mujeres Eva
Perón, Movimiento de Inquilinos Peronistas, Movimiento
de Villeros Peronistas, Frente de Liberación Homosexual,
Frente de Lisiados peronistas, Equipos
político-técnico, Consejo tecnológico
peronistas, entre otros.

Es entre estos dos últimos – los Equipos
político-técnico y el Consejo tecnológico
peronistas- que tiene lugar la constitución del discurso
pedagógico liberacionista que pretende la ruptura final
con todas las tradiciones escolares de cuño
burgués, según sus diagnósticos, y que ha de
servir, como otros tantos medios, para desalienar al pueblo de
las prácticas escolares y culturales reproductivas de las
injusticias sociales.

La pedagogía, como conjunto de
metodologías que enmarcan la labor docente en los recintos
de escolarización, tampoco se desarrolla en el
vacío, como se señaló antes con la cita de
C. Castoriadis. En efecto, la "liberación" se vuelve un
eje articulador de sus desarrollos teóricos en el Cono
Sur, con múltiples sentidos. El muy leído Paulo
Freire promovía para la educación una:

  • liberación de los condicionamientos
    económicos (con una pedagogía que se orienta a
    preparar una juventud no como recurso humano sino como sujeto
    liberado-liberador);
  • liberación de la militancia social para pasar
    a la militancia política (formando un joven comprometido
    con el cambio de las estructuras).
  • liberación de la noción de alumno para
    pasar al sujeto concientizado (y por lo tanto, se había
    pasado a pensar la escuela como lugar de la
    concientización, y no tanto de
    enseñanza).

Los maestros y profesores del ´70, con
vocación de servicio social y popular, y sensibles a lo
que pasaba en las calles y en las manifestaciones, encuentran en
el pedagogo Freire alguien que elabora y teoriza para la
construcción de un nuevo sentido de la enseñanza
esbozada, que permita modificar las relaciones de poder en los
vínculos educativos.

Freire da al docente un rol protagónico en la
utopía de la transformación social de la
época –"la militancia pedagógica"- y plantea
un vinculación entre la educación y la
liberación en términos de la imbricación
profunda, constitutiva, entre lectura y
escritura de
la palabra, y comprensión y transformación de la
realidad. Es posible imaginar la transformación del rol
docente-alumno cuando aquel se siente justificadamente un mento
de los cambios revolucionarios, y por lo tanto agente
socializador de sus implicancias entre sus alumnos.
Contrariamente a esto, en los reductos de la inteligencia
militar, esta transformación hacía del docente: un
"captado".

Se organizaron muchos "grupos Freire" de
reflexión cuyo objetivo fue formar a los cuadros
militantes sociales que trabajaban en barrios pobre y villas,
principalmente a los de grupos peronistas de izquierda vinculados
al pensamiento
cristiano. Su praxis estuvo muy lejos de la clase
enciclopédica, y sus rituales, distantes de las
solemnidades normalistas.

Con Cámpora en el gobierno en 1973, desde el
Ministerio de Educación de Jorge Taiana se generan
multitud de iniciativas cuyos objetivos serán capacitar al
pueblo para que descubriendo, sus problemas
existenciales, sea capaz de pensarlos críticamente;
capacitar al pueblo en la búsqueda de las causas y lograr
la participación activa del pueblo en la solución
de sus problemas.

Se intenta aprovechar la crónica verticalidad del
sistema para ocupar sus puestos jerárquicos no con base en
la tradicional función de control, sino para coordinar y
organizar su inserción en los proyectos reformistas
generales del Estado, y los que promueven los sectores peronistas
de izquierda que nutrieron de funcionarios sus
oficinas.

En cuanto a los contenidos de la enseñanza, la
modificación más relevante del período es el
reemplazo de la asignatura Instrucción Cívica por
Estudio de la Realidad Social Argentina (ERSA), desde la cual
gran parte de las nuevas concepciones socializantes tiene cabida,
a la vez que la propagación de las políticas
peronistas. (Como muestra de la reacción suscitada en los
sectores dominantes tradicionales sirve el editorial del Diario
La Nación del 8 de abril de 1976, que se apura a aconsejar
la supresión inmediata de esta materia).

La revolución y la instauración de un
socialismo nacional es el horizonte omnímodo. Y los
jóvenes revolucionarios quieren ser sus garantes. Al menos
así lo pretendieron al presionar donde pudieron para que
todos los proyectos políticos y técnicos
(incluídos los pedagógicos) se subordinaran al gran
proyecto de la patria socialista que, confiaban, Perón
lideraría, y por la que invitaban a una verticalidad
táctica básica:

"Entendemos que esta es la conducta de todo
aquel que se sienta un leal soldado del Movimiento Nacional
Peronista y de su indiscutido Jefe: el General Perón. Es
también la conducta a imitar
por todos los candidatos que resulten electos, que por el hecho
de serlo reconocen la verticalidad de la conducción
estratégica".

Estatales, estudiantes, intelectuales (o sus hijos),
ciertos sindicalistas conformaron mayoritariamente estas
propuestas de revolución que, quizás por estas
características, ha sido denominada de clases medias. Su
extracción facilita la generación de medios
educativos, políticos, y comunicacionales para promover
sus prácticas y objetivos.

Al Descamisado, de Montoneros, sucede el Diario
Noticias, de mucho predicamento entre los jóvenes atentos
al desarrollo de los que se pretendieron entonces la vanguardia de
la revolución. El poder de los medios ya era reconocido
como un factor estratégico a considerar y por ello la
dirigencia de aquel movimiento emprende, junto a las FAR (Fuerzas
Armadas Revolucionarias), la publicación del Diario
Noticias, bajo su control editorial. Gregorio Levenson, hoy
octogenario veterano de todas las luchas políticas del
peronismo, recuerda:

"La conducción política de las dos
organizaciones, FAR y Montoneros, concibe la idea de sacar un
diario; un diario peronista, éste era el proyecto. Y
bueno…se convoca a un conjunto de estrellas para la dirección [entre periodistas progresistas o
ya adscriptos a Montoneros] de Clarín y La
Nación…esa dirección construye un equipo en el
cual me incluyen a mí, se incluye a Miguel Bonasso…al
"Perro Verbitsky…se convoca a Rodolfo Walsh, a Pablo
Giussani…entre los dibujantes estaba Oesterheld y el "Oso"
Somje…los mejores fotógrafos…se
intentaba hacer escuela de periodismo
popular y se formó a mucha gente…antes de terminar, en
los últimos meses, ya estábamos en los 200 mil
ejemplares…se fueron incorporando otros recursos:
corresponsales en el exterior, notas, suplementos. El diario se
transformó en un medio político, cultural , social
y con una página deportiva,…··

De esta manera, de la promesa de ruptura se pasa a sus
cristalizaciones. Y muchos jóvenes del ´70 se
conciben a sí mismos como los nuevos hombres de una
sociedad que ya están contruyendo. Es lo que C.Castoriadis
llama el imaginario instituido, el pensamiento
que se hace. Pero, y a pesar de los filósofos del siglo XIX, este proceso
está lejos de representar una evolución necesaria –racional-, y
entre los pliegues de un movimiento político que parece
hegemónico –el peronismo revolucionario-, surgen los
sórdidos y oscuros enemigos que pronto confluirán
para dar fin definitivo al juego socializante de la media
década del ´70 que le dio lugar.

Y esa triste convergencia concentra los odios de la
derecha peronista desplazada, de los militares profesionales que
se oponen a cualquier forma de socialismo en Argentina, de los
crecientes grupos paramilitares alentados desde las oficinas del
poder rechazan las prácticas revolucionarias, de los
sectores eclesiásticos retrógrados que ya se
sintieron amenazados por la modernización del Concilio
Vaticano II y las consecuencias teológicas y
prácticas derivadas
(Medellín, Puebla) con el tercermundismo y la peligrosa
"Teología de la Liberación". También, se
concentra el hastío de los ciudadanos comunes frente a una
escalada de violencia que no siempre distingue a enemigos de
neutrales.

La crisis de hegemonía iniciada con el peronismo
alcanza, luego de 30 años, un grado de capilaridad tal en
la sociedad civil, que los sectores económicos más
poderosos ya no están dispuestos a sostener (de hecho, sus
miembros más conspicuos sufrieron en carne propia los
secuestros y violencias), abandonando todo coqueteo con el
fracasado proyecto peronista para volcarse decididamente por un
recambio represivo del que desconocen sus consecuencias, pero del
que suponen, podrían gozar de sus beneficios: orden y un
proyecto económico que le dejara las manos
libres.

La estabilidad, premisa que dio origen al estado en la
"Organización Nacional" de los decimonónicos `80,
tenía que ser recuperada. Urge, pues, en la agenda de los
diversos sectores civiles reencarar la "Reorganización
Nacional", retomando los pilares que las rupturas del setenta
pusieron en vilo.

Del joven al servicio de su comunidad al
joven individualista

En esta instancia, pues, y para pasar al segundo punto a
desarrollar en este trabajo ( punto dos: los usos discursivos
hegemónicos empleados por el Proceso de
Reorganización Nacional de 1976 a 1978 respecto a los
jóvenes y la educación media), cuenta destacar los
desarrollos alcanzados por la adolescencia y juventud en las
transformaciones del setenta, para contrastarlas con su
aniquilamiento por parte del proyecto autoritario de los
militares:

  1. lo jóvenes se ven como un colectivo de
    rupturas en cuanto a la sexualidad, la participación
    social y comunitaria, el tipo de educación formal que
    están dispuestos a recibir y la no formal que reciben
    (medios, en los movimientos y grupos, en la
    "calle")
  2. son independientes de la familia y de los proyectos
    de socialización tradicionales.
  3. Son comprometidos con la realidad social y
    política dentro y fuera de la escuela (centros de
    estudiantes) y por lo tanto portadores de intereses globales
    que hacen propios: acceso a la educación irrestricta,
    facilidades económicas para el desarrollo de las
    carreras (boleto estudiantil, apoyo a la suba salarial de los
    docentes), elaboradores de medios de
    comunicación propios (revistas, radios, libertad de
    expresión en los colegios)
  4. articulación del adolescente, como alumno, con
    el resto de la sociedad mediante el empleo de prácticas
    en conjunto con sindicatos,
    con Universidades, partidos políticos, etc.

Y esto se destaca por que, como se indicó
más arriba, con la represión desatada tras la negra
noche del 24 de marzo de 1976, tuvo lugar mucho más que la
desaparición de los considerados enemigos de la sociedad
por los militares que emplearon el Estado para desplegar su
propia forma de terror. También desaparecieron las
apuestas positivas de cientos de chicos y chicas, de maestros y
maestras, de profesoras y profesores por democratizar sus
relaciones dentro y fuera de los colegios de manera de articular
los contenidos con los intereses socialmente válidos
entonces, y así ser operadores sociales activos de la
democratización de la sociedad, ya no sólo en
términos políticos, sino también culturales
y sociales.

Además, también quiere ponerse de relieve
como este proyecto autoritario encuentra la adhesión,
voluntaria o no, de centenares de docentes que pronto asumen
todas las reglamentaciones, normas y circulares de los militares
como propias, propiciando la transformación de las
escuelas en auténticos regimientos, y asumiendo todos los
rituales tradicionales o retrógrados rescatados por los
directores que detentaron férreas posiciones de poder en
esos años, para disciplinar con nuevas y rigurosas formas
a los adolescentes, abusando de su posición de poder y
contribuyendo con el sistema de terror feroz instalado desde la
clandestinidad por el Estado.

5. La idea del
"adolescente y joven" del proyecto
educativo autoritario mentado por el Proceso de
Reorganización Nacional, de 1976-1978.

La noche

El 24 de marzo de 1976, la Junta de Comandante es en
Jefe de las Fuerzas Armadas integrada por el gral. Jorge Videla,
el almirante Emilio Massera y el brigadier Hector Agosti se hizo
cargo del poder, dando
comienzo al autodenominado Proceso de
Reorganización Nacional.

Las fuerzas armadas argentinas deciden, a partir de
entonces, emplear sin mediaciones toda la fuerza
destructora que el Estado
posee para aniquilar a la subversión en todo el
ámbito nacional. Asumiendo la necesidad de cuidar las
formas (y evitar el ejemplo chileno de efectuar fusilamientos al
aire libre de los
detenidos, práctica luego abandonada), la modalidad de la
represión desatada por la dictadura militar
toma una brutalidad inédita, sórdida,
inusitademente sádica, de ocultamientos, de terror, de
tortura y desapariciones.

Si, como se ha señalado hasta aquí, no
sólo los jóvenes si no la sociedad toda
estaba creando nuevas formas de representación y
expresión dentro de la estructura
democrática anterior, atentando incluso contra las formas
económicas tradicionales en ese camino, ello puso en
evidencia que no bastaba un Estado
autoritario para disciplinar y conducir a la sociedad civil
por los carriles aceptados según las exigencias del
modelo de
desarrollo
capitalista que se deseaba. La respuesta es la constitución de un Estado
Terrorista que"aparece en una coyuntura de crisis
profunda en América
latina caracterizada básicamente por el agotamiento
del modelo
tradicional capitalista dependiente y frente a la acuciante
necesidad de reconversión de este modelo mediante la
concentración de capital y la
aplicación de políticas
de transformación del aparato productivo, acorde con la
nueva división internacional del trabajo, que implica
altísimas cotas de desocupación, pérdida del valor del
salario,
desaparición de la pequeña y mediana empresa
industrial y agraria, etc. Pero también es una respuesta
al ascenso de las luchas políticas
y reinvidicativas de las masas populares que, con diverso nivel
de desarrollo y
organicidad en los distintos países de la región,
amenaza con dar paso a soluciones
progresivas e incluso revolucionarias a esta crisis"

Los militares del ´70 conciben que ya no alcanzan
los decretos coyunturales, los "tribunales especiales", las
operaciones
parciales, que empero les sirven como preparatorios. Consideran
que el potencial revolucionario sólo puede ser eliminado
mediante el terror como método y
práctica permanente, para que cada obrero, cada empleado,
cada estudiante, cada pequeño empresario o profesional
viviera como si tuviera una bayoneta sobre la espalda.

Tal grado de militarización era inadmisible e
inalcanzable a la luz del
día, por que ni siquiera los sectores de la sociedad civil
más favorecidos por el gobierno
dictatorial estaban dispuestos a tolerar la publicidad de un
terror de la magnitud que se consideraba imprescidible
desplegar.

Las FFAA terminan, entonces, por constituir un estado
paralelo cuya misión era
concretar las estrategias del
terror contra la insurgencia disminuyendo al mínimo la
publicidad de ese
accionar, y por lo tanto desarrollaron un Estado Clandestino
paralelo, que puso en práctica en forma sistemática
y global las medidas que desde los ´60 la doctrina de la
seguridad
nacional propuso para ejecutar la contrainsurgencia.

Esta Doctrina fue introducida en las Academias Militares
en la década del sesenta, como más arriba se
señaló. Antes, había sido utilizada en
Argelia, Panamá y
Brasil.

El centro de la doctrina está puesto en la
defensa de la "seguridad de la
Nación", que se encontraría
amenazada permanentemente por la infiltración de elementos
que buscarían la destrucción del "modo de vida
democrático" y de su " tradición occidental y
cristiana ". De este modo se desvía el eje de atención de la amenaza exterior al interior
de la sociedad.

Las FF.AA. se convierten en la encarnación del
Estado, la Soberanía y de la Patria misma.
Actúan como árbitros de todos los conflictos y
son los artífices para imponer y mantener "el orden", los
únicos moralmente hábiles. La política se
militariza procediéndose a la formulación de
grandes objetivos
nacionales, propuestos como metas a largo plazo.

Todos aquellos que presenten otros objetivos, son
tomados como exponentes de la "subversión" o a favor del
"enemigo interno" . Y así, toda oposición o
disidencia política o
ideológica al régimen es concebida como una forma
de guerra
permanente, una declaración a favor de los enemigos de la
sociedad.

Este "estado de guerra" supone
un "estado de emergencia" en el cual se fundamenta el
otorgamiento de poderes especiales en los jurídico, en lo
político, en lo social y en lo económico, siendo
monopolizados y reprimiéndose ante la existencia del
"enemigo interno", que es necesario neutralizar para preservar la
esencia y la unidad de la nación y sus valores. La
enorme agenda de operaciones de
inteligencia y
represión necesarias para poner en práctica esta
guerra final contra los "elementos disociadores" adquiría
el carácter
de Cruzada para sus mentores y para quienes debían ponerlo
en práctica en los diversos frentes (sistema
político, educativo, represivo, cultural…)

El estado asume como prioridad la represión de
toda actividad y de organizaciones
sociales y políticas adversas. Su principal instrumento
consistió en la detención en sus hogares, sitios de
trabajo o en la vía pública, sin ningún tipo
de enfrentamiento armado, de presuntos disidentes
ideológicos o políticos.

Los operativos fueron realizados por agentes del estado,
en general oficiales y suboficiales de las tres armas, vestidos
de particular y ocultando su identidad. Los
ciudadanos apresados eran conducidos a sitios ocultos (Centros de
Detención Clandestina), salvajemente torturados y, en su
inmensa mayoría, asesinados. Sus restos se incineraban o
enterraban anónimamente, aunque en una alta
proporción los prisioneros fueron arrojados vivos desde
aviones al océano Atlántico o al Río de la
Plata. El gobierno
castrense negó pertinazmente su responsabilidad y hasta ahora las fuerzas armadas
sostienen no estar en condiciones de informar acerca del destino
de los millares de detenidos-desaparecidos. Ese sistema fue tan
característico del régimen de facto
que ha dado lugar a que el vocablo "desaparecido" haya pasado a
utilizarse en español en
muchos idiomas.

A fin de eliminar al enemigo subersivo y refundar la
sociedad que había perdido su "brújula "por las
ideologías perniciosas y el descontrol institucional", las
FFAA tomaron el total control del
Estado y su propuso su militarización.

Para ello, se destituyeron a las autoridades y cuerpos
representativos y se sometió al Poder Judicial a
sus arbitrios. Todos los organismos mediante los cuáles el
concepto de
ciudadano podía tener expresión real y encontrar
alguna garantía de sus derechos,
desaparecieron.

Y mucho más cuanto que ahora, los militares,
avanzaron decididamente sobre los aparatos ideológicos de
la sociedad que no estaban directamente en la órbita de lo
público pero que a su entender, habían sido
permeados por las denominadas desde entonces bandas subversivas:
la Iglesia, el
campo de la educación, las
estructuras
organizativas políticas, empresariales, sindicales y
culturales, determinados estamentos profesionales, los medios de
comunicación, etc.

Para penetrar con sus mecanismos de cohersión en
el resto de la sociedad, que debía sostener y enmarcar la
represión y desaparición directa de los oponentes,
los militares suprimieron las libertades públicas, se
disolvieron y suspendieron a los partidos y organizaciones
políticas/sindicales (como la CGT, y el resto de los
sindicatos y
se establece un control absoluto
de las Universidades).

En el plano que importa para este trabajo, el
educacional, la represión pasó por la
prohibición y quema de textos, la profunda y sostenida
purga en la docencia inferior, media y superior; el asesinato de
profesores y estudiantes y la rígida intervención
militar en establecimientos educacionales y
Universidades.

"La represión física
posibilitó la implementación de la llamada reforma
de la enseñanza que es la culminación de
la desarticulación social en materia
educativa, tendiente a lograr el reemplazo de los valores
democráticos, liberales y progresistas por los de una
concepción autocrática, dogmática e
integrista"

Los objetivos y valores del
proyecto
educativo autoritario

El gobierno militar de 1976 a 1983 tuvo como primer
objetivo
eliminar la subversión y luego refundar la
república, recreando en su seno los elementos que
consideraba esenciales y eliminado de él los que
representaran la más leve amenaza.

Para ello, debía efectuar las transformaciones
debidas en los campos educativos y culturales administrando sus
estructuras
con funcionarios afines a este proyecto.

De manera tal que los objetivos del Estado Clandestino
(purgar el sistema educativo de docentes y alumnos subversivos,
de toda práctica sindicalizante, y de todo contenido de
enseñanza dudoso) debían articularse con las
políticas positivas emanadas por el Estado
desde su Ministerio de Educación, y por los
aparentes bienintencionados funcionarios técnicos que
deciden vehiculizar las nuevas propuestas
pedagógicas.

Ambos proyectos, el
conocido y el clandestino, constituyen el proyecto educativo
autoritario. Políticas y contenidos concurren en eliminar
el participacionismo propiciado desde el ´73 y a eliminar
la ruptura del orden jerárquico que se había
instalado en las aulas y colegios.

El alumno no puede alterar el currículo.

La "Reorganización" en la secundaria será,
pues, el retorno al orden perdido tras la clausura del
normalismo. De hecho, para muchos funcionarios, la meta
última fue el "orden" más que la vuelta a una
democratización controlada.

En efecto, la sucesión de disposiciones que se
envían a las escuelas pretenden normar, como
antaño, el vestuario de los estudiantes, su corte de pelo,
las prendas de vestir. Las normas alcanzan
hasta los profesores, sin cuya colaboración no
sería posible alcanzar el clima de respeto, orden y
silencio que debía primar en las aulas. Las disposiciones
coinciden:

"serán plausibles de sanciones
disciplinarias:…quienes muestren desaliño personal…falta
de aseo…cabello largo que exceda el cuello de la camisa en los
varones y no recogido en las niñas…uso de barba en los
varones y maquillaje excesivo en las mujeres…vestimenta no
acorde con las instrucciones impartidas por las
autoridades…indisciplina en general…jugar de manos…resistencia
pasiva, incitación al desorden…asentar leyendas…llevar revistas u otros elementos
ajenos a las actividades propias del
establecimiento…fumar"

De una plumazo se borran las conquistas de la juventud
–de la sociedad-, en cuanto a la democratización de
las prácticas del aprendizaje y la
enseñanza que impulsan un distanciamiento visceral entre
los que se vive en los claustros y las experiencias
significativas de la edad cuyos efectos, aún a principios del
2000, le es muy difícil al sistema de enseñanza
media revertir. La represión, en su faz externa,
consistió en la expulsión de docentes, controlar
contenidos, controlar las actividades de los padres y regular los
comportamientos.

Los mundos juveniles creados en diez años
anteriores al Proceso son borrados desde las disposiciones y con
la colaboración de los directivos, docentes, y celadores
que pronto parecen ocuparse mejor de tener un lugar de privilegio
y no sospechado en el panóptico, que de resistir o
defender mínimamente la democracia
perdida.

De la represión se pasó luego a la tarea
de la internalización de patrones de conducta que
aseguraran la permanencia de los valores
propugnados.

La represión alcanzó todos los planos de
la vida colectiva y de la psicología
individual. Y encontró apoyo en sectores también
afectados por la creciente radicalización de las
prácticas y filosofías del ´70. Ni siquiera
la esfera educativa privada escapó al proyecto
dictatorial.

La Iglesia que
apoyó al terror

En mayo de 1977, el Episcopado Argentino se
dirigía a la Junta Militar de entonces en estos
términos.

"…Reconocemos en verdad la situación
excepcional por la que pasa el país. Sabemos de la amenaza
a la vida nacional que la subversión ha significado y
significa. Comprendemos que quienes son los responsables del
"bienestar del país" se hayan vistos precisados a tomar
"medidas extraordinarias", comprendemos también que por el
cúmulo de circunstancias en que entran a jugar intereses
de todo orden, pareciera haberse desatado contra la Argentina una
campaña internacional, que nos duele como ciudadanos
amantes de la Patria que somos y por nada quisiéramos
vernos involucrados en posturas de reclamos de las que "no
conocemos el origen"…Bien sabemos que se tradujo en todo tipo
de atentados contra la vida y fama de las personas… Asi como
contra la propiedad
…".

"…Conocemos y valoramos "el esfuerzo de gobernantes y
funcionarios", "de su entrega" y "desinterés" al "servicio de la
Patria", que no en pocos casos ha significado la ofrenda de la
propia vida… así como la "renuncia de logros
personales""…Hemos escuchado manifestar muchas veces el
carácter cristiano que el gobierno de las FFAA quiere
imprimir en su gestión…"

Antes, y en ocasión de visitar la provincia. de
Tucumán, en junio de 1976, Monseñor Pio Laghi,
habló con Jefes y Oficiales de la Guarnición de
Tucumán y les impartió la bendición Papal: "
Uds. saben encontrar bien una definición de la
Patria….la acción de ustedes es una acción y una
cuota de gran sacrificio, sigan ustedes con subordinación
y valor y
mantengan la serenidad de los espíritus…." A su regreso
a la Capital
porteña, Monseñor le decía a un grupo de
periodistas: "

"En ciertas situaciones la autodefensa exige tomar
determinadas actitudes, con
lo que en este caso habría que "respetar el derecho hasta
donde se pueda…".

Gran parte de los líderes de la Iglesia
Católica Argentina de
entonces–hay muchas individualidades que resistieron-
estuvo dispuesta a acompañar y apoyar este proceso, y esto
cuenta en este trabajo en función de
su fuerte influencia y propiedad de
gran parte del sistema educativo. En la tarea de eliminar en su
seno los sectores posconciliares, los obispos de tradicional
raigambre nacional-católica e integristas acordaron
secretamente con los militares. Bajo este infamante acuerdo
morirán 17 sacerdotes y dos obispos. Más de sesenta
serán apresados, torturados y obligados al exilio. Otros
tantos religiosos y religiosas, junto a cristianos civiles
comprometidos en la alfabetización, la asistencia social ,
desaparecieron para siempre.

Esos líderes ecleciásticos alientan un
fenómeno raro, una auténtica confusión de
roles:

"Obispos y sacerdotes…se convirtieron en ardientes
guerreros, mientras generales, almirantes, brigadieres se arrogan
la interpretación de las Sagradas Escrituras y dictan
cátedra de teología, a vista y paciencia del
episcopado".

Pronto esto se tradujo en acciones
represivas contra los mismos colegios
católicos.

"Deberá darse importancia a las medidas de
diverso tipo relacionadas con el control de los colegios
religiosos, tarea que han resuelto asumir activamente las
autoridades eclesiásticas. Por ello se preverá la
coordinación de esfuerzos, para evitar
fricciones o acciones
propias o prematuras"

Los colegios católicos eran sindicados como
semilleros de subversivos. Son inhabilitados religiosos,
catequistas y docentes, sin sumarios previos y sin causas
explícitas.

No son acciones inconexas. El ministerio de Planeamiento que
desde el golpe ejerce el Gral. Ramón
Genaro Díaz Bessone se propuso articular todas las
acciones ideológicas en los ámbitos educacionales
con el mismo objetivo
represivo. Desde su oficina se
delineó el tipo de enemigo a desechar del sistema
educativo, se tratase o no del ámbito estatal. Con la
Ley 21.381 de
agosto del ´76 las fuerzas armadas se arrogaron el derecho
de inhabilitar a personal de
establecimientos privados, la que fue considerada causa
legítima de despido sin derecho a la indemnización.
Como la norma también se aplicó a docentes de
religión,
el episcopado aceptó tácitamente que el gobierno
supervisase la enseñanza de la doctrina
católica.

Las desapariciones de religiosos hicieron el resto: el
silencio acalló todo comentario sobre la solidaridad, las
prácticas democráticas, por que cualquier palabra
podía ser tomada como actividad de propagación de
la subversión.

La definición del enemigo subversivo o sus
colaboradores dentro de las escuelas era todo lo tan amplia que
la arbitrariedad y el poder sin
límites
que los militares deseaban. De cualquier forma, el
tradicionalismo católico gana en estos acuerdos, a ser
recuperado como el esquema de concepciones dominantes asumidas
por los militares en el terreno social y cultural.

Por otra parte, y contra esta tendencia legitimadora de
ciertos obispos, la modernización económica y las
nuevas prácticas sociales acaecidas en las últimas
décadas, había cambiado la prácticas de su
unidad funcional básica: la
familia.

La familia urbana,
sobre todo, ya no garantiza ni promueve los valores
tradicionales. Muchas se han conformado en los liberales
´60. De allí el enorme esfuerzo
propagandístico y religioso por exaltar la labor de los
padres en el rol de educadores:

"La realidad nacional resurgiría, más
plena si todos pusiéramos un poco más de amor en casa,
si todos tuviéramos más presencia en nuestras
casas, si dejáramos de ser meros transeúntes. Creo
y espero en la preocupación de los padres, que orienten
las distracciones, las actividades de los hijos, que los sigan de
cerca y que hasta tenga la alegría de participar de ellas"
(La Prensa,
30/11/78).

Los cambios en la sociedad vuelve paradójica la
historia de esos
años: los sectores que tradicionalmente percibieron que el
Estado era un agente que no garantizaba la vigencia
ideológica de los principios
básicos del orden social y opusieron a su acción el
papel de
la familia y
la Iglesia, terminaron controlando sólo el Estado, en
tanto la familia y la
Iglesia dejaban de ser garantía que representaron en otros
momentos históricos.

Los adolescentes y
la
educación según los militares

El primer desafío del gobierno de Videla y su
planeador, Bessone, fue eliminar todo vestigio de
participación y democracia
interna y recomponer la verticalización jerárquica
que también había edificado el normalismo. Lo mejor
que un adolescente puede mostrar, bajo esta óptica,
es el respeto, el orden
y el silencio.

El vínculo con los docentes se vuelve
ostensiblemente autoritario, asctitud con la que su podían
cubrir los baches y contradicciones de las propuestas
curriculares cambiantes desde el gobierno. El disciplinamiento
trasunta las novedades. En este marco, no es sorprendente el
cambio en los
contenidos introducidos o que se intentaron introducir. El
primero fue el programa de
Formación Moral y
Cívica, en el que se colaban los sentidos
religiosos que la escuela laica no
podía asumir de otro modo, y promovía una
educación antidemocrática.

Más allá de esto, y la persecución
a las matemáticas modernas, faltó un
modelo cultural hegemónico y por lo tanto, el desarrollo
de un programa integral
y coherente en este proyecto autoritario para la
educación.

Los especialistas en este tema señalan
que

"en el caso argentino, la crisis universal de la
enseñanza media se enmarca en la crisis social nacional.
De este modo, los problemas
tienden a indiferenciarse y no resulta posible ver con claridad
si se enfrenta a un problema pedagógico, político o
cultural…Así, fue frecuente confundir el pelo largo con
la falta de respeto a los valores esenciales de la nacionalidad,
o la participación estudiantil en el aprendizaje
con la defensa de Occidente."

El resultado de este devenir será la creciente
autonomía de cada institución escolar y el
vaciamiento de contenidos. Temidos por progresistas los avances
interdisciplinares en ciencias
exactas, naturales o sociales, y cortados los vínculos con
los centros académicos en los que estas se modernizaban,
los militares acentuaron la obsolescencia de lo que se
aprendía.

Pronto la educación media fue considerada como
inútil por muchos jóvenes. Sin embargo, el objetivo
disciplinar en el sistema había sido logrado.

6. Testimonio: estudiar en
el Nacional
Buenos Aires en
los Años de plomo. Cómo se veía un
adolescente a sí mismo.

Uno de los principales centro de enseñanza media
de la Argentina es el tradicional Colegio Nacional Buenos Aires.
Situado en el corazón
del casco histórico de la ciudad, sus raíces se
hunden en la etapa virreinal y su derrotero describe y relaciona
con todos los proyectos
educativos emanados desde el Estado.

Por sus aulas pasaron gran cantidad de dirigentes y
personalidades de la cultura, las
artes y la política de todas las épocas.

De hecho, desde 1955 a 1976, una buena cantidad de sus
egresados conformaron el equipo de cuadros que luego
constituirán los Montoneros, y por ello
dramáticamente será uno de los más afectados
por la represión militar y las transformaciones
pedagógicas impulsadas que se mencionaron más
arriba.

En efecto, son cerca de cien las personas
detenidas-desaparecidas que pasaron por sus aulas, y otras
centenares las que abandonaron el país obligadas al exilio
llevándose a sus hijos, que, en muchos casos, cursaban
también en el colegio.

A continuación se da la lista de los
desaparecidos y muertos dentro de ese colectivo:

Lista de los estudiantes desaparecidos y muertos
del colegio nacional de Buenos Aires leida en Puente de
la Memoria

(Debido a las dificultades que hubo para recoger información durante estos
años,la lista puede contener errores u
omisiones)

Nombre

Fecha de desaparición
o muerte

Edad en el momento de la
desaparición o muerte

Promoción

Abal Medina, Fernando

07/09/70

24

64

Adjiman, Jorge

07/09/76

26

68

Adjiman, Leonardo

07/09/76

28

66

Adur, Claudio César

11/11/76

25

69

Aggio, Enrique Jorge

31/07/76

29

65

Aisemberg, Luis Daniel

20/03/77

23

72

Bekerman, Eduardo Horacio

22/08/74

19

73

Berardo, Amado

17/07/76

30

57

Bercovich, Martín Elías

13/05/76

21

72

Binstock, Guillermo Daniel

20/08/76

20

23

Bronzel, José Daniel

27/07/76

29

65

Burucúa, Luis Martín

14/07/76

22

71

Calvo, Jorge Donato

11/09/77

27

68

Campiglia, Horacio Domingo

12/03/80

30

69

Camps, Alberto Miguel

16/08/77

29

66

Cancela, Mirca

14/06/75

27

66

Casenave, Jorge

22/04/77

25

70

Castillo, Norberto José

13/07/77

22

73

Cesaris, Ramón Gerardo

06/09/72

18

72

Conte Mac Donell, Augusto M.

07/07/76

21

72

Corazza, Silvia

19/05/77

27

68

D'Alessio, José Luis

28/01/77

29

66

Dricas, Benjamín Isaac

21/08/76

20

73

Dubcovsky, Pablo Andrés

07/07/76

17

76

Dunayevich, Gabriel Eduardo

29/05/76

18

76

Epelbaum, Lila

04/11/76

20

73

Epelbaum, Luis Marcelo

10/08/76

25

68

Faimberg, Pablo Antonio

18/10/75

24

69

Finguerut, Pablo

14/06/76

22

73

Franconetti, Adriana

11/09/77

27

68

Franconetti, Ana María

17/02/77

20

74

Franconetti, Eduardo

17/02/77

19

76

Friszman, Nora Débora

02/12/76

19

74

Galarza, Martín

24/02/78

16

79

Gallardo, Magdalena

08/07/76

15

79

García, Alfredo Mario

05/07/78

25

71

García, Hebe Noemí

09/06/77

23

72

García Gastelú, Horacio
Oscar

07/08/76

21

74

Gelman, Marcelo Ariel

24/08/76

20

74

Giménez, Luis

10/09/76

22

72

Goldar Parodi, Alejandro

07/07/76

18

76

Goldemberg, Carlos

10/08/76

24

70

Grassi, Gustavo Enrique

23/09/77

26

68

Grynberg, Enrique

26/09/73

34

57

Guagnini, Diego Julio

30/05/77

25

69

Gutman, Alberto

28/09/76

19

74

Hazarn, José Luis

03/08/79

24

73

Hoffman, Gerardo

06/12/76

21

73

Hojman, Alberto

28/04/76

19

74

Jarach, Franca

25/06/76

18

76

Juárez, Gustavo Marcelo

12/08/77

19

76

Kehoe Wilson, Gloria

13/06/77

22

72

Kornblihtt, Adriana

31/03/77

16

78

Krasniavsky, Darío Ignacio

30/08/75

20

72

Lepíscopo, Pablo Armando

05/08/79

24

73

Lovazzano, Mirta Beatriz

29/05/76

18

76

Lozoviz, Juan Carlos

27/09/76

20

74

Malamud, Liliana Alcira

04/06/76

23

70

Marín, Juan Carlos

07/07/76

18

76

Marotta, Gustavo Arturo

27/04/76

22

72

Martul, Federico Julio

26/06/76

17

76

Matsuyama, Norma Inés

08/04/76

19

76

Mellibovsky, Graciela

25/09/76

29

65

Mentaberry, Román

28/11/79

29

68

Merega, Horacio Oscar

23/06/76

23

72

Montero, Jorge

18/07/76

33

63

Nakamura, Jorge

06/05/78

21

74

Ocampo, Carlos Guillermo

23/06/76

22

72

Ocerín, Carlos Abel

23/03/77

30

63

Olmedo, Carlos

03/11/71

27

61

O'Neill, Eduardo Miguel

09/09/77

30

65

Pagés Larraya, Beatriz I. R.

04/09/77

26

70

Pagés Larraya, Guillermo L.

08/12/77

22

72

Palazuelos, Patricia

…./10/77

20

74

Pargament, Alberto José

10/11/76

31

63

Prieto, Hugo Félix

27/04/77

18

77

Provenzano, Julio César

30/03/73

22

68

Raab, Enrique

17/04/77

45

50

Ramus, Carlos

07/09/70

21

67

Rinaldi, Raúl

06/07/76

20

73

Rizzolo, Miguel Angel

14/07/76

21

72

Rosen, Eduardo

16/09/77

24

68

Rosenblum, José

12/08/77

19

76

Sabelli, María Angélica

22/08/72

23

67

Schwartzman, Guillermo

09/06/76

21

72

Segal, Carolina Sara

19/08/76

20

74

Slemenson, Claudio Alberto

04/10/75

20

73

Strejilevich, Hugo Daniel

10/04/77

29

68

Tapia Rodríguez, Enrique R.

30/05/76

23

70

Tisminetzky, Claudio

23/12/75

21

72

Toso, Hugo Osvaldo

07/07/76

17

76

Ullman, Eva

17/04/77

22

72

Vaisman, Gustavo Alberto

20/04/76

21

72

Ventura, José Pablo

04/01/77

28

67

Vodovosof, Hugo

04/11/76

21

73

Zazulie, Sara Beatriz

19/06/76

25

69

Zeján, Mario

…../…../…..

24

69

Zimman, Alicia Noemí

15/03/77

22

72

La lista confirma que los militares
actuaron con base a una serie de principios entre los que se
destacó el miedo al joven. En efecto, más del 20%
de los desaparecidos no tiene veinte años y cursaban en el
CNBA durante su detención. El promedio global de
detenidos-desaparecidos es de 23, 06 años. De hecho los
estudiantes representan, sobre el total de desaparecidos
denunciados, el 21% del total.

Las características formales y gestuales que
los jóvenes habían asumido entre el 66-76
serán las primeras atacadas. Como en el sistema en
general, en el Nacional Buenos Aires se prohiben las
manifestaciones, los centros de estudiantes y todo tipo de
participación reinvindicativa. La educación en el
CNBA durante el Proceso tiene lugar con la total
regimentación de la enseñanza.

Las afirmación de un testimonio oral tomado a un
alumno de ese colegio durante el 77-82 introducen los matices
vivenciales del proceso histórico educativo
analizado.

Se trata de Alejandro Barberis, de 36 años,
casado y con dos hijos. Actualmente es jefe de mantenimiento
de una distribuidora de gas, y es
profesor de matemática
y física
(aunque no ejerce). La entrevista
se tomó en el ex -café La
Robla, en la esquina de Moreno y Bolívar, frente al
Colegio Nacional Buenos Aires (las negritas son
mías):

Llegada al Buenos Aires

"Yo venía de Floresta, de un colegio de barrio y
al centro sólo venía para de vez en cuando para ir
a los cines de Lavalle. No conocía al colegio en
sí, pero para mis padres representaba el sinónimo
de la educación".

Las primeras resistencias

"Desde que entré hasta el 78, el rector era un
tal Maniglia que murió. Hay un dato interesante de esta
época. Nosotros nos enteramos que murió en el campo
de deporte que
tenía el colegio en Puero Madero. Fue una algarabía
total, vinimos corriendo al colegio y gritábamos consignas
como "Se murió Manila y ganamos el mundial""

Las expectativas

"Yo era un buen alumno en la primaria, y lo primero que
me propuse al entrar a semejante escuela fue ser
un buen alumno en la secundaria. Pero creo que me debo haber
portado bien el primer mes, por que después tuve graves
problemas de
conducta durante
toda mi cursada, porque el colegio fue un desastre.

La indisciplina como resistencia a un
régimen escolar autoritario

"En primer año estuvieron a punto de rajarme con
otros dos más por insultar a una compañera. Los
problemas siguieron, en segundo año fue el que más
materias me llevé y más líos
protagonicé. Me llevaba todo, hasta que recién en
cuarto año me empezó a gustar matemática."

"Me sentía un títere, y reaccionaba. Lo
que yo dijera para defenderme no servía, era lo que dijera
el celador, o el prefecto, que creo que era un
milico".

"Ellos decían lo que tenías que hacer, y
vos nunca tenías la razón de nada. Ese era el
clima con el
que sabía que te ibas a encontrar en cada momento y para
lo que sea que hagas".

"Estuve en contra del mundial de fútbol del 78.
No sé exactamente por qué, pero pensaba que era un
blef y que con la plata que se gastó entonces se
podía haber hecho hospitales."

"Nuestras jodas los primeros dos años eran tratar
de hacer algo y que no te joroben. El tema era subsistir, llegar
al límite. Ese límite era un celador que era un
turro con nosotros. Si lo veíamos con una curita, al otro
día veníamos todos con una curita. Las jodas no
eran pesadas, pero tenían siempre un componente de
riesgo"

"Veníamos con una curita pero nos
lastimábamos, porque teníamos miedo de que nos
saquen la curita y nos suspendieran"

"A mí me apretaron varias veces. En el 77, por
alguna mala conducta que no recuerdo, un jefe de celadores para
ponerme en caja llegó a decirme. ¿Vos no
sabés que hay gente que está desapareciendo?
Algunos venían del liceo militar. Yo no entendí lo
que quiso decir. A partir de quinto año, el 81, pudimos
entender. Formé parte de una revista, los
Aristócratas del Saber. El nombre se debe a que el rector
que sucedió a Maniglia, Michilo, nos llamó
despectivamente los Aristócrates del saber."

"Lo nuestro era un constante reaccionar contra el medio.
Cuando había que aplaudir un himno, por ejemplo, me
acuerdo que no parábamos al finalizar y seguíamos
tac, tac, atac, tac…¡Paren! ¡paren! decían
los preceptores. Después hacíamos canciones con la
boca cerrada, etc."

Docente echado

"Eramos un grupo al que
no nos gustaba que nos dirigieran. Cuando llega el tiempo de
egresar, el mismo rector propuso una vuelta olímpica, no
nos plegamos."

"No tuve educación cívica, ninguna
materia con
contenidos cívicos. Algo ví en derecho en el 82.
"Tuve un profesor en historia, Giorno que se
llamaba; al tipo lo echaron en el 77, y entró al aula para
darnos un mensaje de despedida: "lo que Uds. están
viviendo no es lo tendrían que estar viviendo" -dijo. Lo
que pasa es que no nos dijo que había un gobierno militar
que estaba haciendo desaparecer estudiantes y jóvenes.
Lamentablemente están, me acuerdo que dijo, viviendo un
período muy malo yo me retiro no me llevo bien con lo que
estamos haciendo- y nos dejó a todos pensando."

Las explicaciones asumidas por A.B. por este
autoritarismo

"El Buenos Aires era el reflejo fiel del gobierno. El
gobierno, totalmente autoritario, y el colegio totalmente
autoritario."

"Siempre se refleja en él muy bien lo que sucede
en el país" "En aquellos años las riendas estaban
muy tensas, y recién el 82 comenzaron a
aflojarlas"

Relación con los docentes

" Un profesor era un Profesor, no un ser humano, ni tu
amigo" "Estaba para enseñarte la materia y
no para intimar o charlar de otra cosa. Si lo hacía, te
resultaba sospechoso, no cuajaba, o no era tomado en
serio".

"No quería que se metieran en mi mundo, yo
distinguía muy bien mi vida de la de los adultos y los
profesores" "No le daba chance de que investigue en mi
vida".

"Tuve un profesor de física muy rígido que
hizo que la materia me gustar, pero luego me dí cuenta que
sus métodos
eran terribles, anticuados. Cuando ví mis carpetas, me
dí cuenta que era la misma del año anterior, y la
del año anterior. Todo de memoria.
Tenía buena nota porque podías aprender el método de
él y ponerle todo lo que le gustaba."

"Tuve un profesor que se llamaba Cano, el único
que nos hizo pensar, muy inteligente. No había diálogo
con los profesores. Sí lo tuvimos con uno de geografía, que era
medio estúpido y que lo habíamos tomado de punto y
el diálogo servía para perder el tiempo. Yo le
decía "estoy mal, y quiero recorrer la Argentina a caballo
" y bueno, se pasaba toda la hora contándote cómo
ir, por donde, hasta que terminaba la hora."

"Los profesores eran muy solemnes, jamás nos
llamaron por un nombre. Todos éramos apellidos.
Había que levantarse cuando llegaba el profesor, cuando se
iba, cuando saludaba."

Los pares: lo mejor y lo único
rescatable

"Lo mejor que recuerdo son mis compañeros. Mis
amigos actuales son los compañeros que tuve en el CNBA.
Mantengo un código
con ellos que no lo puedo mantener absolutamente con nadie.
Durante mucho tiempo nos reuníamos como para hacer una
terapia. Y recordamos que la pasamos muy mal. Un profesor de
psicología, me acuerdo, me dijo que
la memoria es
selectiva y que tiende a olvidar los acontecimientos negativos. Y
yo me dije entonces, no me voy a olvidar, me voy a acordar que
acá la pasé muy mal. Si cuando sea grande, me dije,
se me ocurre pensar que la pasé bien, me voy a acordar que
la pasé para el cul…"

El clima en el aula

"La tensión era permanente, te sentías en
un regimiento. Nos hacían marchar. Una joda
buenísima que teníamos para mostrar nuestro
disgusto era en esas marchas. Cuando nos formaban en filas para
ir al aula iban las mujeres primero y después los pibes.
Por algún motivo, nos hacían girar la fila como los
militares y los más altos dirigíamos a los
demás, al mando del preceptor. Había una norma
escrita con todo esto. Cuando nos hacía girar, en vez de
subir a la escalera, si el tipo no nos decía doblen o
suban, seguíamos marchando en la misma dirección, y nos apretábamos unos
contra otros en la pared. La joda era esa. Si el preceptor
decía algo, nosotros balbuceábamos "bueno, pero si
Ud. No nos dijo nada."

"Y el tipo quedaba como un salame. De ese tipo de
acciones obtenía muchas suspensiones."

"Pronto entré en la lista negra. Sí,
había una lista negra. Estábamos ahí todos
los que teníamos sanciones desde el año anterior.
Pero el compañerismo era muy fuerte. Cuando querían
buscar el culpable de algo, nadie saltaba. Por eso somos hoy tan
amigos. Lo único positivo que recuerdo fueron los
compañeros."

La democracia

"Nunca hablamos de democracia y sólo supe de que
se trataba después de egresar. Empecé a ir a las
marchas, y ahí me enteré"

Los talentos propios y la castración

"No nos daban espacio para crecer. La relación
docente alumno era malísima. Yo soy cero artista, porque
me dediqué más a la matemática y todo eso.
Pero en el fondo me hubiese gustado que en el colegio me hubiesen
permitido desarrollar lo artístico. No había
ningún espacio para desarrollarse en este área. En
una clase de música por ejemplo,
recuerdo que me castraron terriblemente. Estábamos
cansados de teoría
y solfeo y las canciones de siempre. Un día le dijimos a
la profesora si nos dejaba tocar algo y le tocamos el "Blues del
Levante" de Sui Géneris. ¿Para qué?…nos
suspendió, algún kilombo pasó. Y volvimos a
Mozart, los clásicos, fuimos al Colón.
Queríamos hacer un grupo musical y nos dejaron en nada.
Habíamos preparado todo, con los instrumentos, en fin, no
terminamos de cantarla que nos dijo ..se van afuera.."

Algunas conclusiones provisionales

  1. Barbieri, un caso, sin pretensiones estadísticas ni demostrativas, permite
    con su testimonio demostrar cómo se vivenciaron las
    políticas educativas del Procesos y
    los éxitos alcanzados en la destrucción de las
    prácticas anteriores de sesgos progresivos.
  2. Rescata como positivo sólo lo afectivo de su
    transcurso por la escuela secundaria, una de las mejores con
    las que se ha preciado contar el sistema educativo argentino.
    No todos, seguro,
    coincidirán con él en sus apreciaciones. De
    hecho, sería interesante seguir por la línea de
    la investigación a nivel
    microhistórico en los colegios para dar registro
    institucional del proceso educativo autoritario desde la
    perspectiva de los que lo sufrieron, los
    jóvenes.

A efectos de dar fin a este trabajo, cuenta analizar las
significativas verbalizaciones del testimonio tomado a la
luz del
proceso general que estaba analizando:

  1. Los docentes no son humanos.
  2. Los alumnos eran títeres.
  3. La muerte de un directivo es similar a la de ganar un
    campeonato de fútbol.
  4. Docentes y celadores participaron activamente del
    proceso represivo.
  5. Las iniciativas extracurriculares, artísticas,
    culturales y sociales se "castraban". Dejo a un psicoanalista
    el análisis de la verbalización
    utilizada para ejemplificar el temor y represión de los
    docentes de música a
    ampliar la enseñanza más allá de la
    currícula.
  6. No había libertad de
    expresión, de manifestación, de
    vivencia.
  7. Las resistencias, aunque pueriles, mostraban el
    rechazo a un sistema entendido como regimentado, militar,
    triste y opresivo.

Con lo expuesto, una monografía
con humildes pretensiones, se pretende decir, como en otros
ámbitos, Nunca Más a docentes que les da lo mismo
la democracia que una dictadura.
Nunca más docentes que creen que sus alumnos son
recipientes vacíos a llenar. Nunca más a docentes
que se comprometen sólo con el poder que se les impone y
no con sus propias ideas y convicciones. Nunca más al
manipuleo feroz de las conciencias y de los jóvenes como
si se tratase de títeres sin cabeza.

Gracias a ellos el Proceso de Reorganización
Nacional logró neutralizar no sólo a las posiciones
de izquierda o marxista en su feroz acometida de
represión, sino también que desarticuló a
los diversos sectores de la sociedad civil, y aisló
nuevamente a la escuela de su entorno, prevaleciendo en ella sus
características más negativas de reproductividad y
control.

Su labor eliminó tan profundamente los progresos
de democratización de los docentes entre sí y los
docentes con sus alumnos, que ha facilitado que tanto unos como
otros se consideren en su faz profesional e individual más
que en la pertenencia a un colectivo social nacional que se
articule detrás de un proyecto global que integre sus
funciones a
favor de ese horizonte general.

Tras este triunfo represivo, la educación ha
vuelto a plegarse a los objetivos formativo-técnicos en
función de la búsqueda de objetivos cualitativos
cuantificables (Calidad
Educativa), paradoja que ha devenido en el proyecto
neoconservador instaurado desde el gobierno justicialista del Dr.
Carlos Saúl Menem y que,
recibiendo sus orientaciones más bien desde los centros
financieros y políticos centrales (FMI, BID, BM),
enseña para hacer, no para pensar.

En el camino, la juventud como
colectivo también ha sido resignificada. Desaparecieron el
compromiso político, dejaron de ser portadores de
utopías de realización colectiva, de ser solidarios
a una escala que
implicaba la entrega total del ser en la escuela, el barrio o las
organizaciones partidarias, y estudiantiles.

Si el retorno o la recuperación de la evolución democrática en la escuela
como agente activo de la coherencia republicana de los
ciudadanos, no queremos dejar de decir nunca más, al
menos, a la complicidad con el terror y la muerte del
joven que busca su destino.

 

 

Autor:

Miguel Macera

Partes: 1, 2
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